jueves, 14 de octubre de 2010

Tan bien-venida, y tan inoportuna.


Y aunque me consido un tipo sumamente racional, ésto no quiere decir necesariamente, que las emociones y sentimientos, no se apoderen de mi.
Los muy barbetas se han instalado de forma repentina en el trono de mando, dirigiendo y organizando todo, como si fuera su propia casa. Ya que de forma grosera y
altiva, han comenzado a desplazar y re-ordenar imágenes de mi mente, de un lugar a otro, y lo mismo han hecho con un saco de miradas y sonrisas, que yo decídi hace
un tiempo atrás, guardar en mi bául café de madera opaca -creyendo que no las volvería a disfrutar-. Pensé hace un tiempo no muy lejano, que el reinado racional, había enviado al exilio a las insurgentes y revolucionarias emociones, que tanto amenzaban con la seguridad
y sobre todo, con la tranquilidad de mi mente.
Sin embargo pasó precisamente lo que yo ya no me esperaba, todo lo que por medio de la razón obligué a ocultar, callar y hasta hacer des-aparecer, se hizo presente
de manera poco tácita e indiscreta, y aunque quise silenciarlas tiranamente, aún permanecen acá; más vivas que nunca, gritando incluso con más rebeldía que hace
unos meses.
Ante ésto ¿Qué podría hacer uno?
Creo que debo ser condescendiente, y caballero con ellas, y además debo reconocer que me han ganado limpiamente. No como mi razón, que intentó opacarlas y hasta destruirlas.
Pido perdón de todas formas por ello, ya que ahora las disfruto bastante, me río en demasía, y siento que me proporcionan algo especial que no sabría explicar por ahora.
Aunque me hagan dudar, soñar, y creer , les insisto que me avergüenzo por todo lo que intenté.

lunes, 11 de octubre de 2010

Quién quiera que seas.



A Hirenco no le gustaban mucho las sombras que muchas de ellas poseían. Y cada vez que se enfrentaba a éstas situaciones, prefería apartarse de forma repentinamente -
sobre todo cuando no existía mucho interés- o de lo contrario, optaba por encender su linterna para indagar por esas formas poco nítidas que tanto lo intrigaban.
Pero esta vez está ocurriendo todo lo contrario, Hirenco está disfrutando minuciosamente de esa penumbra que aún no ha descubierto, pero al parecer por lo que me comentó la noche anterior, tampoco le interesa mucho conocerlas, prefiere seguir viéndola vibrar, segundo a segundo, y sin la necesidad de saber el por qué de cada risa o alguna pena.
Mientras tanto Hirenco está feliz; deleitándose con su sombra, sus colores, penumbra, y sonidos.
¿Que le vamos a hacer?
sólo dejarlo en paz.
Buenas noches amigos y enemigos.