sábado, 6 de octubre de 2012

Hay gente que es de un lugar, no es mi caso, yo estoy aquí de paso.

Hirenco en este tiempo ha tenido que lidiar con más de 730 días, un par de labios y algunos litros de vino tinto. Cree que la felicidad para muchos es efímera, compartida o simplemente inexistente. Ha comprobado además que la suya, o al menos aquella que alguna vez lo rodeó, es retardante. Suele visualizar tardíamente los colores que irrumpen su vida, emociones, olores y texturas. Y es que pareciera que su tacto se pone más detallista, su olfato más agudo, sus latidos más potentes y su mirada más amplia, con el pasar del tiempo en vez de hacerlo en el particular momento. Tiene una severa discapacidad en relación al resto de la gente, que pregona su presente o futura felicidad. Sin embargo para reinvidicarse con el pasado, ha descubierto un muy efectivo método para viajar en el tiempo. Para que el viaje sea efectivo, descubrió que debe realizarlo sólo en la noche, cuando se acuesta. Debe apagar su lámpara azul, ponerse los audífonos, colocar el volúmen en nivel medio, cerrar sus ojos y dejarse llevar en aquellos acordes que derrochan armonía, tanto musical como textual. Está cien por ciento garantizada su seguridad en la IDA del viaje. Usted llegará sano y salvo a su destino, es un medio de transporte bastante económico, eficiente y real. Podrá recordar bellos momentos, besos, risas, mordidas y hasta olores. El problema es sólo uno; la vuelta no se la podemos garantizar y tendrá que financiarla con sus propios pensamientos. Ante ésto o nada, Hirenco opta por asumir ese costo. Y cada noche viaja a aquellos felices rincones y momentos. Si usted tiene la forma de volver de este viaje, por favor le ruego que se comunique conmigo. ¡Gracias!